La paradoja de Fermi (versión animada Kurzgesagt)
Imágenes alusivas extraterrestres en el corto animado Fermi Paradox ( Kurzgesagt)
La paradoja de Fermi:
planteamiento y soluciones
A
mediados de los 50, del siglo XX, el Nobel de física Enrico Fermi planteó una
pregunta a sus colegas: "¿Dónde están?". Todos comprendieron que se
refería a otras civilizaciones extraterrestres. Su pregunta continúa hoy sin
respuesta.
La
paradoja de Fermi es la contradicción entre la alta probabilidad de no estar
solos en el Universo, y la ausencia de cualquier rastro de vida
extraterrrestre.
Trata
de responder a la pregunta: «¿Somos los seres humanos la única civilización
avanzada en el Universo?». La ecuación de Drake para estimar el número de
civilizaciones extraterrestres con las que finalmente podríamos ponernos en
contacto parece implicar que tal tipo de contacto no es extremadamente raro. La
respuesta de Fermi a esta conclusión es que si hubiera numerosas civilizaciones
avanzadas en nuestra galaxia entonces «¿Dónde están? ¿Por qué no hemos
encontrado trazas de vida extraterrestre inteligente, por ejemplo, sondas,
naves espaciales o transmisiones?». Aquellos que se adhieren a las conclusiones
de Fermi suelen referirse a esta premisa como el principio de Fermi.
La
paradoja puede resumirse de la manera siguiente: La creencia común de que el
Universo posee numerosas civilizaciones avanzadas tecnológicamente, combinada
con nuestras observaciones que sugieren todo lo contrario es paradójica
sugiriendo que nuestro conocimiento o nuestras observaciones son defectuosas o
incompletas.
Un
cielo repleto de estrellas parece enorme... pero lo que vemos no es más que
nuestro vecindario más próximo. En las mejores noches posibles podemos ver
hasta 2.500 estrellas (aproximadamente una cienmillonésima parte de las
estrellas de nuestra galaxia), y casi todas ellas están a menos de 1.000 años
luz de nosotros (o un 1% del diámetro de la Vía Láctea). Así que a lo que
realmente estamos mirando es a esto:
Cuando
se enfrentan al tema de las estrellas y galaxias, una pregunta que atormenta a
la mayoría de los humanos es: “¿Hay más vida inteligente ahí fuera?”. Veamos
algunos números.
Hay
tantas estrellas en nuestra galaxia (100.000 - 400.000 millones) como galaxias
hay en el universo observable, aproximadamente, así que por cada estrella en la
colosal Vía Láctea hay toda una galaxia ahí fuera. Si las sumamos todas
llegamos al intervalo típicamente citado de entre 1022 y 1024 estrellas en
total, lo que significa que por cada grano de arena en cada playa de la Tierra hay
10.000 estrellas ahí fuera.
El
mundo científico no acaba de ponerse de acuerdo sobre qué porcentaje de esas
estrellas son de “tipo solar” (similares al Sol en tamaño, temperatura y
luminosidad): las opiniones suelen estar entre el 5% y el 20%. Quedándonos con
el cálculo más conservador (5%), y el extremo más bajo del número total de
estrellas (1022), nos da 500 trillones o 500 millones de billones de estrellas
de tipo solar.
También
hay un debate sobre qué porcentaje de esas estrellas de tipo solar podrían ser
orbitadas por un planeta similar a la Tierra (uno con temperatura y condiciones
similares que pudiese tener agua líquida y albergar potencialmente una vida
similar a la de la Tierra). Algunos dicen que serían hasta el 50% de ellas,
pero vamos a quedarnos con el más conservador 22% que se extrajo de un estudio
reciente de la PNAS. Esto sugiere que hay un planeta potencialmente habitable como
la Tierra orbitando alrededor de al menos un 1% del total de estrellas del
universo —un total de 100 millones de billones de planetas parecidos a la
Tierra.
Así
que hay 100 planetas análogos a la Tierra por cada grano de arena del mundo.
Piensa en ello la próxima vez que estés en la playa.
A
partir de aquí no tenemos más remedio que entrar completamente en el terreno de
la especulación. Imaginemos que después de millones y millones de años de
existencia, un 1% de esos planetas parecidos a la Tierra desarrollan vida (si
eso es verdad, cada grano de arena representaría un planeta con vida en él). E
imagina que, en el 1% de esos planetas, la vida avanza hasta un nivel
inteligente como lo hizo aquí en la Tierra. Esto significa que habría 10.000
billones de civilizaciones inteligentes en el universo observable.
Volviendo
a nuestra galaxia y haciendo el mismo cálculo con la estimación más baja de
estrellas en la Vía Láctea (100.000 millones), obtendríamos que hay mil
millones de planetas análogos a la Tierra y 100.000 civilizaciones inteligentes
en nuestra galaxia.
El
SETI (Search for Extraterrestial Intelligence, o Búsqueda de inteligencia
extraterrestre) es una organización dedicada a prestar atención a las señales
de vida inteligente. Si estamos en lo cierto y hay 100.000 civilizaciones
inteligentes o más en nuestra galaxia, e incluso si solo una fracción de ellas
está enviando ondas de radio o rayos láser u otros modos de intentar contactar
con otros, ¿no debería la colección de satélites del SETI estar captando todo
tipo de señales?
Pero
no lo ha hecho. Ni una. Nunca.
¿Dónde está todo el
mundo?
Y la
cosa se vuelve aún más extraña. Nuestro sol es bastante joven comparado con la
edad del universo. Hay estrellas mucho más viejas con planetas parecido a la
Tierra mucho más viejos, lo que en teoría debería haber dado civilizaciones
mucho más avanzadas que la nuestra. Por poner un ejemplo, vamos a comparar
nuestra Tierra de 4.540 millones de años con un hipotético Planeta X de 8.000
millones de años de edad.
Si
el Planeta X tiene una historia parecida a la de la Tierra, veamos en qué punto
estaría su civilización a día de hoy (usamos como referencia el periodo naranja
para mostrar lo enorme que es el periodo verde):
La
tecnología y el conocimiento de una civilización tan solo 1.000 años por
delante de nosotros nos resultarían tan chocantes como lo sería nuestro mundo
para una persona medieval. Una civilización con un millón de años de adelanto
con respecto a la nuestra sería tan incomprensible para nosotros como lo es
nuestra cultura humana para los chimpancés. Y el Planeta X nos lleva 3.400
millones de años de ventaja...
Hay
algo llamado Escala de Kardashov que nos ayuda a agrupar civilizaciones
inteligentes en tres amplias categorías según la cantidad de energía que usan:
Una
Civilización Tipo I tiene la habilidad de usar toda la energía de su planeta.
Nosotros no llegamos a ser un Tipo I del todo, pero nos quedamos cerca (Carl
Sagan creó una fórmula para esta escala que nos sitúa en una civilización Tipo
0,7).
Una
Civilización Tipo II puede aprovechar toda la energía de su estrella
anfitriona. Nuestros débiles cerebros apenas pueden imaginar cómo se podría
hacer esto, pero lo hemos intentado lo mejor que hemos podido, imaginando cosas
como la esfera de Dyson.
Una
Civilización Tipo III arrasa a las otras dos, accediendo a un poder comparable
al de toda la galaxia de la Vía Láctea.
Si
este nivel de avance parece difícil de creer, recuerda el Planeta X de antes y
sus 3.400 millones de años de desarrollo de ventaja. Si una civilización del
Planeta X fuera parecida a la nuestra y hubiera sido capaz de sobrevivir hasta
llegar al nivel del Tipo III, lo natural es que probablemente ya hubiera
dominado el viaje interestelar, incluso podría haber colonizado toda la galaxia.
Otra
hipótesis de cómo podría producirse la colonización galáctica sería creando
maquinaria que pueda viajar a otros planetas, pasarse unos 500 años
autorreplicándose usando las materias primas del nuevo planeta y después mandar
dos réplicas a hacer lo mismo. Incluso sin viajar a una velocidad que no se
acerque ni a la de la luz, este proceso colonizaría toda la galaxia en 3,75
millones de años, un relativo abrir y cerrar de ojos cuando hablamos de una
escala de miles de millones de años:
Fuente: Scientific American, “Where Are They”
Siguiendo
con la especulación, si un 1% de la vida inteligente sobrevive el tiempo
suficiente como para llegar a ser una civilización Tipo III colonizadora de
galaxias, nuestros cálculos de antes sugieren que debería haber al menos 1.000
civilizaciones Tipo III solo en nuestra galaxia —y teniendo en cuenta el poder
de tal civilización, lo más probable es que su presencia fuera bastante
notoria. Y, aun así, no vemos nada, no oímos nada y no nos visita nadie.
Ecuación de Drake
Bienvenido a la paradoja de Fermi
Para
echarle un vistazo a algunas de las explicaciones posibles de la paradoja de
Fermi más debatidas, vamos a dividirlas en dos amplias categorías —aquellas
explicaciones que entienden que si no hay ningún indicio de las civilizaciones
de Tipo II y Tipo III es porque no existe ninguna de ellas ahí fuera, y
aquellas otras que asumen que sí que están ahí fuera, pero no estamos viendo ni
oyendo nada de ellas por otras razones:
Grupo
1 de explicaciones: no hay indicios de civilizaciones superiores (Tipo II y
III) porque no existen civilizaciones superiores.
Aquellos
que suscriben las explicaciones del Grupo 1 señalan algo llamado el problema de
la no exclusividad, que rechaza cualquier teoría que diga “hay civilizaciones
superiores, pero ninguna de ellas ha establecido ningún tipo de contacto con
nosotros porque todas _______”. La gente del Grupo 1 se fija en los cálculos
que dicen que debería haber tantos miles (o millones) de civilizaciones
superiores que al menos una de ellas debería ser la excepción a la regla.
Incluso si esa teoría afectara al 99,99% de las civilizaciones, el otro 0,01%
se comportaría de forma distinta y seríamos conscientes de su existencia.
Por
tanto, dicen las explicaciones del Grupo 1, debe ser que no existen
civilizaciones super avanzadas. Y como los cálculos sugieren que hay miles de
ellas tan solo en nuestra galaxia, algo más debe de estar pasando.
Ese algo más se llama
El Gran Filtro.
La
teoría del Gran Filtro dice que, en algún punto desde la pre-vida hasta la
inteligencia Tipo III, hay un muro contra el que todos o casi todos los
intentos de vida chocan. Hay alguna etapa del largo proceso evolutivo que es
extremadamente improbable o imposible que la vida supere. Esa etapa es el Gran
Filtro.
Si
esta teoría es cierta, la gran pregunta es ¿en qué punto de la línea temporal
ocurre el Gran Filtro?.
Resulta
que, cuando estamos hablando del destino de la humanidad, esta pregunta es muy
importante. Dependiendo de dónde ocurra el Gran Filtro, nos deja tres
realidades posibles: somos excepcionales, somos los primeros, o estamos
jodidos.
1.
Somos excepcionales (el Gran Filtro está detrás de nosotros)
Una
esperanza que tenemos es que el Gran Filtro esté detrás de nosotros —hemos
conseguido superarlo, lo que significaría que es extremadamente inusual que la
vida llegue a nuestro nivel de inteligencia. El diagrama de abajo muestra solo
a dos especies consiguiendo pasarlo, y nosotros somos una de ellas.
Este
escenario explicaría por qué no hay civilizaciones Tipo III… pero también
significaría que nosotros podríamos ser una de las pocas excepciones ahora que
hemos conseguido llegar tan lejos. Significaría que hay esperanza.
Superficialmente, esto suena un poco a la gente de hace 500 años sugiriendo que
la Tierra es el centro del universo —implica que somos especiales. Sin embargo,
algo que los científicos llaman “sesgo antrópico” sugiere que cualquiera que se
plantee su propia rareza forma parte inherentemente de un “caso de éxito” de la
vida inteligente -y ya sean realmente inusuales o bastante comunes, los
pensamientos que se plantean y las conclusiones que sacan serán idénticos. Esto
nos obliga a admitir que ser especiales es, al menos, una posibilidad.
Y,
si somos especiales, ¿exactamente cuándo nos convertimos en especiales? —esto
es, ¿qué paso superamos en el que casi todos los demás se quedan atascados?
Una
posibilidad: el Gran Filtro podría estar muy al principio —podría ser
increíblemente inusual que la vida comenzase en absoluto. Esta es una candidata
porque hicieron falta unos mil millones de años de existencia de la Tierra para
que finalmente ocurriera, y porque hemos intentado minuciosamente replicar tal
acontecimiento en laboratorios y nunca hemos podido hacerlo. Si este es
efectivamente el Gran Filtro, significaría que no solo no hay vida inteligente
ahí fuera, sino que puede que no haya ningún otro tipo de vida.
Otra
posibilidad: el Gran Filtro podría ser el salto de la simple célula procariota
a la compleja célula eucariota. Después de que las procariotas nacieran, se
quedaron tal cual durante casi dos mil millones de años antes de dar el salto
evolutivo de ser complejas y tener un núcleo. Si este es el Gran Filtro,
significaría que el universo está repleto de células procariotas simples y casi
nada más allá de eso.
Hay
varias posibilidades más —algunos llegan a pensar que el salto más reciente que
hemos dado hasta nuestra inteligencia actual es un candidato para ser el Gran
Filtro. Aunque el paso de vida semi-inteligente (chimpancés) a vida inteligente
(humanos) no parece a primera vista un salto milagroso, Steven Pinker rechaza
la idea de un “ascenso” inevitable de la evolución: “Ya que la evolución no
aspira a una meta sino que simplemente ocurre, usa la adaptación más útil para
un nicho ecológico dado, y el hecho de que, en la Tierra, esto haya conducido a
la vida inteligente solo una vez hasta el momento puede sugerir que este
resultado de la evolución natural es infrecuente y por lo tanto de ningún modo
es un desarrollo indiscutible de la evolución de un árbol de la vida”.
La
mayoría de los saltos no reúnen los requisitos para ser un candidato a Gran
Filtro. Cualquier Gran Filtro tiene que ser un tipo de cosa entre un millón en
la que una o más ocurrencias totalmente anormales tienen que ocurrir para
facilitar una excepción absurda —por eso, algo como el paso de vida unicelular
a pluricelular está descartado, porque ha ocurrido hasta 46 veces, en
incidentes aislados, tan solo en nuestro planeta. Por la misma razón, en caso
de encontrarnos una célula eucariota fosilizada en Marte, se descartaría el
salto de más arriba de “célula simple a compleja” como posible Gran Filtro (así
como cualquier cosa anterior a ese punto en la cadena evolutiva) —porque si ha
ocurrido tanto en la Tierra como en Marte, casi con toda seguridad no se trata
de una ocurrencia anómala de las de una-entre-un-millón.
Si
en efecto somos excepcionales, podría ser por un acontecimiento biológico
accidental, pero también podría atribuirse a lo que llamamos la Hipótesis de la
Tierra Especial, que sugiere que, aunque puede que haya muchos planetas
parecidos a la Tierra, las condiciones particulares de la Tierra —ya estén
relacionadas con las particularidades de este sistema solar, su relación con la
luna (una luna tan grande es inusual para un planeta tan pequeño y contribuye a
nuestra meteorología y condiciones oceánicas particulares), o algo del propio
planeta —son excepcionalmente acogedoras para la vida.
2. Somos los primeros
Para
los Pensadores del Grupo 1, si el Gran Filtro no se encuentra detrás de
nosotros, la única esperanza que nos queda es que las condiciones del universo
estén desde hace poco, por primera vez desde el Big Bang, llegando a un punto
que permitiría desarrollar vida inteligente. En ese caso, nosotros, junto con
muchas otras especies, podríamos estar dirigiéndonos a la super inteligencia, y
simplemente no habría ocurrido todavía. Estaríamos aquí justo en el momento
adecuado para llegar a ser una de las primeras civilizaciones super
inteligentes.
Un
ejemplo de fenómeno que podría hacer esto realista es el predominio de brotes
de rayos gamma, explosiones increíblemente grandes que hemos observado en
galaxias lejanas. De la misma manera que la Tierra primigenia tardó unos
cientos de millones de años antes de que amainaran los asteroides y los
volcanes y la vida fuera posible, podría ser que el primer trozo de la
existencia del universo estuviera lleno de acontecimientos catastróficos como
los brotes de rayos gamma que incinerasen todo alrededor de vez en cuando e
impidiesen que la vida se desarrollase más allá de una cierta fase. Tal vez
ahora nos encontramos en un cambio de fase astrobiológica y esta es la primera
vez que una forma de vida ha podido evolucionar tanto tiempo
ininterrumpidamente.
3. Estamos jodidos
(el Gran Filtro está por delante de nosotros)
Si
no somos ni excepcionales ni precoces, los pensadores del Grupo 1 concluyen que
el Gran Filtro debe estar en nuestro futuro. Esto sugeriría que la vida
evoluciona periódicamente hasta donde estamos nosotros, pero que algo impide a
la vida avanzar más allá y alcanzar una inteligencia superior en casi todos los
casos —y es poco probable que nosotros seamos una excepción.
Un
Gran Filtro futuro posible es un suceso natural catastrófico que ocurra
periódicamente, como los brotes de rayos gamma que mencionamos antes, solo que
desafortunadamente aún no han acabado y es solo cuestión de tiempo antes de que
toda la vida de la Tierra sea aniquilada por uno de ellos. Otro candidato es la
posible fatalidad de que casi todas las civilizaciones acaben autodestruyéndose
una vez alcanzan un cierto nivel de tecnología.
Esto
es por lo que el filósofo de la Universidad de Oxford Nick Bostrom dice que “el
que no haya noticias es una buena noticia”. El descubrimiento de incluso vida
sencilla en Marte sería devastador, porque eliminaría una gran cantidad de
potenciales Grandes Filtros detrás de nosotros. Y si encontrásemos vida
compleja fosilizada en Marte, Bostrom dice que “sería de lejos la peor noticia
jamás impresa en la portada de un periódico”, porque significaría que el Gran
Filtro estaría casi definitivamente por delante de nosotros —condenando a la
larga a la especie. Bostrom cree que cuando se trata de la paradoja de Fermi,
“el silencio del cielo nocturno vale oro”.
Grupo
2 de explicaciones: las civilizaciones inteligentes Tipo II y III están ahí
fuera -y hay razones lógicas por las que podríamos no saber de ellas.
Las
explicaciones del Grupo 2 eliminan cualquier noción de que somos excepcionales
o los primeros de nada —por el contrario, creen en el principio de mediocridad,
cuyo punto de partida es que nuestra galaxia, sistema solar, planeta o nivel de
inteligencia no tienen nada de inusual ni de excepcional hasta que se demuestre
lo contrario. También son mucho menos proclives a asumir que la falta de
pruebas de seres de inteligencia superior sea una prueba de su no existencia
—haciendo hincapié en el hecho de que nuestra búsqueda de señales se extiende
solo hasta unos 100 años luz de lejos de nosotros (0,1% de la galaxia) y
sugiriendo una serie de posibles explicaciones. He aquí diez:
Posibilidad
1) La vida super inteligente bien podría haber visitado ya la Tierra, pero
antes de que estuviésemos aquí. En el gran contexto del universo, los seres
humanos conscientes solo han estado presentes unos 50.000 años, un segundillo.
Si hubo contacto antes de eso, podría haber hecho flipar a unos patos que
habrían salido corriendo hacia el agua y ya. Además, la historia escrita solo
se remonta 5.500 años —un grupo de cazadores-recolectores podría haber
experimentado una movida muy loca con aliens, pero no tenían ninguna forma de
contárselo a nadie del futuro.
Posibilidad
2) La galaxia ya ha sido colonizada, pero resulta que vivimos en una zona rural
y desierta de la galaxia. Los europeos podrían haber colonizado las Américas
mucho antes de que nadie en una pequeña tribu inuit en el extremo norte de
Canadá se hubiera enterado de lo que había pasado. Podría haber un elemento de
urbanización en los asentamientos interestelares de las especies superiores, en
que todos los sistemas solares cercanos son colonizados y comunicados entre sí,
pero no sería práctico ni tendría sentido que nadie se dedicara a venir aquí a
una parte remota de la espiral en la que vivimos.
Posibilidad
3) Todo el concepto de colonización física le resulta un concepto
delirantemente atrasado a las especies más avanzadas. ¿Recuerdas la imagen de
la civilización Tipo II de antes con la esfera sobre su estrella? Con toda esa
energía, podrían haber creado el medio ambiente perfecto para sí mismos que
satisficiera todas sus necesidades. Podrían tener formas demencialmente
avanzadas de reducir su necesidad de recursos y ningún interés por dejar su
feliz utopía para explorar el frío, vacío y subdesarrollado universo.
Una
civilización aún más avanzada podría considerar todo el mundo físico como un
lugar terriblemente primitivo, habiendo conquistado ya hace tiempo su propia
biología y cargado sus cerebros en un paraíso de vida eterna en la realidad
virtual. La vida en el mundo físico de la biología, mortalidad, deseos y
necesidades podría ser para ellos como vemos nosotros a las especies oceánicas
primitivas que viven en el mar gélido y oscuro. Para tu información, pensar en
otra especie que haya dominado la mortalidad me hace sentir envidia y tristeza.
Posibilidad
4) Hay civilizaciones depredadoras aterradoras ahí fuera y la mayor parte de la
vida inteligente sabe que es mejor no emitir señales al exterior y anunciar su
ubicación. Este es un concepto desagradable y ayudaría a explicar la falta de
señales recibidas por los satélites del SETI. También quiere decir que nosotros
podríamos ser los novatos super ingenuos que están siendo increíblemente
estúpidos y arriesgados al transmitir señales al exterior. Hay un debate ahora
mismo sobre si deberíamos participar en METI (Messaging to Extraterrestrial
Intelligence —lo contrario del SETI) o no, y la mayoría dice que no deberíamos.
Stephen Hawking advierte de que “si los alienígenas nos visitasen, las
consecuencias serían como cuando Colón llegó a América, lo que no salió muy
bien para los nativos americanos”. Incluso Carl Sagan (un partidario por lo
general de que cualquier civilización lo suficientemente avanzada para el viaje
interestelar sería altruista, no hostil) llamó a la práctica de METI
“profundamente imprudente e inmadura”, y recomendó que “los chicos más nuevos
en un cosmos extraño e incierto deberían escuchar en silencio durante mucho
tiempo, aprendiendo pacientemente sobre el universo y comparando apuntes, antes
de gritarle a una jungla desconocida que no entendemos”. Miedo.
Posibilidad
5) Solo hay un caso de vida con inteligencia superior -una civilización “super
depredadora” (como lo son los humanos aquí en la Tierra)- que está mucho más
avanzada que todas las demás y se mantiene en esa posición exterminando
cualquier civilización inteligente una vez pasan un cierto nivel. Esto sería
una mierda. Podría ser así: exterminar a todas las inteligencias emergentes es
un uso ineficiente de recursos, seguramente porque la mayoría se extinguen
solas. Pero pasado un cierto punto, los super seres mueven ficha —porque para
ellos, una especie inteligente emergente se vuelve como un virus una vez
empieza a crecer y expandirse. Esta teoría sugiere que el que fuera el primero
de la galaxia en alcanzar la inteligencia ganó, y ahora nadie más tiene ninguna
posibilidad. Esto explicaría la falta de actividad ahí fuera porque el número
de civilizaciones super inteligentes sería solo una.
Posibilidad
6) Hay un montón de actividad y ruido ahí fuera, pero nuestra tecnología es
demasiado primitiva y estamos prestando atención a las cosas equivocadas. Como
si entrases en un edificio de oficinas moderno, encendieses un walkie-talkie, y
cuando no escuchases ninguna actividad (que por supuesto no escucharías porque
todo el mundo está hablando por WhatsApp, no usando walkie-talkies),
concluyeras que el edificio debe de estar vacío. O tal vez, como ha señalado
Carl Sagan, podría ser que nuestras mentes funcionan exponencialmente más
rápido o más despacio que otra forma de inteligencia exterior —por ejemplo, ellos
tardan 12 años en decir “Hola”, y cuando oímos esa comunicación, nos suena a
ruido.
Posibilidad
7) Estamos contactando con otra vida inteligente, pero el gobierno lo oculta.
Cuanto más leo sobre el tema, más me parece una teoría estúpida, pero tenía que
mencionarla porque se habla mucho de ella.
Posibilidad
8) Las civilizaciones superiores son conscientes de nuestra existencia y nos
están observando (también conocida como “la hipótesis del zoológico”). Por lo
que sabemos, las civilizaciones super inteligentes existen en una galaxia
firmemente regulada, y a nuestra Tierra la tratan como parte de un enorme
parque natural protegido, con una política estricta de “se mira, pero no se
toca” para planetas como el nuestro. Nosotros no los percibiríamos, porque si
una especie mucho más lista quisiera observarnos, sabría hacerlo fácilmente sin
que nosotros nos diéramos cuenta. A lo mejor hay una regla parecida a la
“Primera Directiva” de Star Trek, que prohíbe a los seres super inteligentes
establecer ningún contacto abierto con especies inferiores como nosotros o
mostrarse de ningún modo hasta que la especie inferior haya alcanzado cierto
nivel de inteligencia.
Posibilidad
9) Las civilizaciones superiores están aquí, a nuestro alrededor. Pero somos
demasiado primitivos como para percibirlas. Michio Kaku lo resume así:
Digamos
que hay un hormiguero en medio del bosque. Y justo al lado del hormiguero
construyen una superautopista de diez carriles. Y la pregunta es “¿Serían las
hormigas capaces de entender qué es una superautopista de diez carriles?
¿Serían capaces las hormigas de entender la tecnología y las intenciones de los
seres que construyen la autopista a su lado?”.
Así
que no es que no podamos recibir las señales del Planeta X usando nuestra
tecnología, es que ni siquiera podemos comprender qué son los seres del Planeta
X o lo que intentan hacer. Está tan por encima de nosotros que incluso si
realmente hubieran querido explicárnoslo, sería como intentar enseñarle a las
hormigas qué es internet.
Así
mismo, esto podría responder también a “Bueno, si hay tantas sofisticadas
civilizaciones Tipo III, ¿por qué no han contactado con nosotros todavía?”.
Para responder a eso, preguntémonos —cuando Pizarro se adentró en Perú, ¿se
paró un momento en un hormiguero a intentar comunicarse? ¿Fue magnánimo,
intentando ayudar a las hormigas del hormiguero? ¿Se volvió hostil y frenó su
misión original para ponerse a destrozar el hormiguero? ¿O fue el hormiguero
completamente irrelevante para Pizarro? Esa podría ser nuestra situación.
Situación
10) Estamos completamente equivocados con respecto a nuestra realidad. Hay
muchas maneras de las que podríamos simplemente estar totalmente equivocados en
todo lo que pensamos. El universo podría parecer de una forma y ser cualquier
otra cosa completamente diferente, como un holograma. O a lo mejor nosotros
somos los alienígenas y nos han plantado aquí como un experimento o como una
forma de fertilizante. Incluso existe la posibilidad de que todos formemos
parte de una simulación por ordenador de algún investigador de otro mundo, y
que otras formas de vida simplemente no hubieran sido programadas en la
simulación.
Mientras
nuestra posiblemente inútil búsqueda de inteligencia extraterrestre continúa,
no estoy del todo seguro de mi postura. Francamente, descubrir tanto que
estamos oficialmente solos en el universo como oficialmente acompañados por
otros sería escalofriante, lo que es común a todas las tramas surrealistas
listadas anteriormente —sea cual sea realmente la verdad, es alucinante.
Más
allá de su sorprendente componente de ciencia ficción, la paradoja de Fermi
también me deja un profundo sentimiento de humildad. No solo la típica humildad
de “oh, sí, soy microscópico y mi existencia dura tres segundos” que siempre
despierta el universo. La paradoja de Fermi revela una humildad más afilada y
personal, una que solo puede darse tras pasarte horas de investigación,
escuchando a los científicos más reconocidos de tu especie presentar teorías
demenciales, cambiar de opinión una y otra vez y contradecirse violentamente
unos a otros —recordándonos que las generaciones futuras nos verán igual que
vemos nosotros a los antiguos que estaban seguros de que las estrellas eran la
cara inferior de la bóveda del cielo, y pensarán “madre mía, realmente no
tenían ni idea de lo que ocurría”.
Para
agravar la situación, está el golpe a la autoestima de nuestra especie que
conlleva toda esta charla de civilizaciones Tipo II y III. Aquí en la Tierra
somos los reyes de nuestro pequeño mundo, orgullosos de reinar sobre el enorme
grupo de imbéciles con los que compartimos planeta. Y en esta burbuja sin
competencia y sin nadie que nos juzgue, es poco frecuente que nos enfrentemos
al concepto de ser una especie dramáticamente inferior a nadie. Pero después de
pasar mucho tiempo con las Civilizaciones Tipo II y III, nuestro poder y
orgullo parece un poco como de David Brent.
Dicho
esto, dado que mi perspectiva habitual es la de que la humanidad es una
huérfana solitaria en una roca minúscula en medio de un universo desierto, la
lección de humildad de que probablemente no seamos tan listos como creemos y la
posibilidad de que mucho sobre lo que estamos seguros pueda estar equivocado,
suena maravilloso. Deja la puerta abierta, aunque solo sea una rendija, a que tal
vez, solo tal vez, puede que haya algo más de lo que nos damos cuenta.
Nueva
solución: el “cuello de Gaia”, que hace aún menos probable, el desarrollo de vida
compleja en otros planetas.
Historia de la vida en la Tierra
Una
investigación sugiere que los extraterrestres
no se han puesto en contacto con nosotros, porque ya hace tiempo se extinguieron.
Durante
años, hemos, debatido la alta plausibilidad de alguna forma de vida inteligente
extraterrestre; y por ende, se ha intentado identificar, cuáles serían sus
características moleculares y fisiológicas,
que tipo de planetas podrían habitar,
qué tecnologías podrían haber desarrollado y si descubrieron cómo hacer
viajes intergalácticos. A partir de
ello, se han propuesto y desarrollado algunas estrategias de búsqueda de vida
extraterrestres, como los proyectos SETI
(Search for ExtraTerrestrial Intelligence), o Búsqueda de Inteligencia
Extraterrestre, que tratan de encontrar vida extraterrestre inteligente, ya sea
por medio del análisis de señales electromagnéticas capturadas en distintos
radiotelescopios, o bien enviando mensajes de distintas naturalezas al espacio
con la esperanza de que alguno de ellos sea contestado. Hasta la fecha (2015)
no se ha detectado ninguna señal de claro origen extraterrestre. Pero, surge la
también la pregunta: ¿Es posible que ese tipo de vida inteligente, no de
ninguna muestra de su existencia, porque aunque existieron, sencillamente porque
hace tiempo se extinguieron?
El
universo en el que vivimos es muy vasto,
y es aproximadamente de homogéneo e isotrópico, cómo se desprende de las ecuaciones de la
Relatividad General de Albert Einstein.
Esto es, que es aproximadamente
el mismo (en promedio) de cada punto en el espacio y en todas las direcciones
de observación. El actual modelo cosmológico del Universo se obtienen mediante
la combinación de soluciones simples a las ecuaciones de la relatividad
general, y, con las teorías que
describen las propiedades del contenido del universo, a saber, termodinámica,
física nuclear y física de partículas. Según estos modelos, nuestro actual universo
está en expansión y es la evolución de un estado de muy alta densidad de masa y
energía (el Big Bang), sucedido hace aproximadamente 14.000 millones de años, y
se ha ido expandiendo desde entonces
A
medida que la tecnología y el conocimiento humanos se expanden en los últimos
años, la búsqueda de otras especies que viven fuera de nuestro planeta ha
aumentado e intensificado. Así que con todo este aumento de nuestras
tecnologías e instrumentos, por qué no hemos encontrado ninguna señal de vida
en otros lugares?
Ahora,
una nueva investigación de la Universidad Nacional de Australia propone la
posibilidad de que no hemos sido capaces de encontrar extraterrestres porque
están todos muertos.
La
hipótesis se basa en lo que sabemos de los primeros mil millones de años más o
menos, después que se forma un nuevo planeta,
- cuando sus ambientes son extremadamente inestables, fluctuando en
temperatura y la composición atmosférica tan agresivamente, que las
posibilidades de una nueva forma de vida que evolucione lo suficientemente,
como para adaptarse a estas condiciones, son muy bajas.
"El
universo probablemente está lleno de planetas habitables, por lo que muchos
científicos creen que debería estar colmado de extraterrestres",
especificó el investigador principal, Aditya Chopra de la Universidad Nacional
de Australia. "Los primeros años de vida son frágiles, por lo que creemos
que rara vez evoluciona vida lo suficientemente, como para sobrevivir en estas
primeras etapas de los planetas."
Entonces, ¿cómo
sobrevivió la vida en Tierra?
El
equipo de investigación señala que hace 4 mil millones de años, Venus y Marte
eran bastante habitables, cuando empezaron a formarse y puede, de hecho, que
hayan tenido vida antes que la Tierra. Sin embargo, la evidencia muestra que en
los mil millones de años tras su formación, estos dos planetas pueden haber
destruido a cualquier forma de vida existente, debido a su temperatura
cambiante.
Con todo esto en
mente, ¿por qué en nuestro planeta la vida sí pudo continuar?
Al
parecer, la respuesta es posible encontrarla en la propias formas de vida de
nuestro planeta, que cuyas interacciones fueron las causantes del efecto
estabilizador de los sobre el medio ambiente. "La mayoría de los ambientes
planetarios primitivos son inestables", dice Chopra. "Para producir
un planeta habitable, las formas de vida necesitan interactuar con el medio
para regular los gases de efecto invernadero como los vapores de agua y el
dióxido de carbono, y así mantener las temperaturas de superficie
estables."
Los
investigadores simularon este escenario usando un modelo que ellos llaman el
"cuello de botella de Gaia", que básicamente significa que si la vida
no puede evolucionar lo suficientemente rápido para estabilizar su entorno, se
extingue. Y de esto, son ejemplos
planetas como Venus y Marte, que no superaron el cuello de botella de
Gaia, es decir, ese breve período de
habitabilidad que requiere ser superado rápidamente por las formas de vida
incipientes, por medio de interacciones
adaptativas sobre el medio.
A
partir de investigaciones previas, es un hecho conocido que la vida en la
Tierra logró evolucionar tan rápido, que logró la regulación de las emisiones
de gases de efecto invernadero a escala planetaria, y esto parece tener un
efecto favorable en lo que se conoce como el albedo de nuestro planeta, es
decir, - la relación entre la radiación para radiación absorbida y la
reflejada. Esto es importante porque cuando la Tierra apenas se estaba
formando, el Sol era un 25 por ciento menos luminoso de lo que es ahora, pero
todas las pruebas apuntan a que los océanos eran o eran líquidos, o al menos no
completamente congelados. Este escenario también se conoce como la paradoja de
un débil y juvenil Sol.
La
interacción entre estas grandes manchas de agua congelada y el líquido en la
superficie de la Tierra interactuó con la radiación, y estableció el albedo del
planeta, que en última instancia determina su temperatura superficial.
"En
casos extremadamente raros –como es el caso de la Tierra-, la relativamente
rápida evolución a partir de organismo unicelulares hacia los multicelulares,
con formas de vida complejas, no produce suficientes gases de efecto
invernadero que causen una retroalimentación negativa y fuera de control, para
recalentar el planeta, lo suficiente, como para evaporar toda el agua
líquida". "Esa es una
peculiaridad particular, y hasta el momento única que nos ha mantenido con
vida, y que no es explicable sin el cuello de botella de Gaia."
Si
esta hipótesis se demuestra como verdadera, responderá el problema planteado
por la paradoja de Fermi: si el Universo es un espacio colosal, lleno de
billones de billones de estrellas potencialmente aptas para tener planetas para
desarrollar vida, ¿por qué no hemos encontrado ningún extraterrestre?
"El
misterio de por qué todavía no hemos encontrado señales de extraterrestres
puede tener menos que ver con la probabilidad que se hayan originado formas de
vida, si estas son inteligentes; y tiene
más que ver con la excepcionalidad de la rápida aparición de la regulación
biológica de los ciclos de retroalimentación en las superficies planetarias
", dice el miembro del equipo de astrónomo Charles Lineweaver.
La
investigación ha sido publicada en la revista Astrobiology. Por lo que si esta
hipótesis resulta ser exacta, es bastante triste tener que reconocer, que nunca
vamos a conocer a otras formas de vida fuera de nuestro propio planeta. Al mismo tiempo, esto nos da una razón más
para apreciar nuestro planeta y trabajar juntos para asegurar su existencia, centrándose
en el medio ambiente.
Referencias
principales de contenidos:
- Aditya Chopra, Charles H. Lineweaver. The Case for a Gaian Bottleneck: The Biology of Habitability. Astrobiology, 2016; 16 (1): 7 DOI: 10.1089/ast.2015.1387
- The Fermi Paradox: Research Suggests Aliens Haven’t ContactedUs Because They’re Dead
- The aliens are silent because they are extinct
- The Fermi Paradox: An Approach Based on Percolation Theory
- La paradoja de Fermi: ¿dónde está todo el mundo?
- Una nueva solución a la paradoja de Fermi afirma que los alienígenas se extinguen muy rápido
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