A
mediados de los 50, del siglo XX, el Nobel de física Enrico Fermi planteó una
pregunta a sus colegas: "¿Dónde están?". Todos comprendieron que se
refería a otras civilizaciones extraterrestres. Su pregunta continúa hoy sin
respuesta.
La
paradoja de Fermi es la contradicción entre la alta probabilidad de no estar
solos en el Universo, y la ausencia de cualquier rastro de vida
extraterrrestre.
Trata
de responder a la pregunta: «¿Somos los seres humanos la única civilización
avanzada en el Universo?». La ecuación de Drake para estimar el número de
civilizaciones extraterrestres con las que finalmente podríamos ponernos en
contacto parece implicar que tal tipo de contacto no es extremadamente raro. La
respuesta de Fermi a esta conclusión es que si hubiera numerosas civilizaciones
avanzadas en nuestra galaxia entonces «¿Dónde están? ¿Por qué no hemos
encontrado trazas de vida extraterrestre inteligente, por ejemplo, sondas,
naves espaciales o transmisiones?». Aquellos que se adhieren a las conclusiones
de Fermi suelen referirse a esta premisa como el principio de Fermi.
La
paradoja puede resumirse de la manera siguiente: La creencia común de que el
Universo posee numerosas civilizaciones avanzadas tecnológicamente, combinada
con nuestras observaciones que sugieren todo lo contrario es paradójica
sugiriendo que nuestro conocimiento o nuestras observaciones son defectuosas o
incompletas.
Un
cielo repleto de estrellas parece enorme... pero lo que vemos no es más que
nuestro vecindario más próximo. En las mejores noches posibles podemos ver
hasta 2.500 estrellas (aproximadamente una cienmillonésima parte de las
estrellas de nuestra galaxia), y casi todas ellas están a menos de 1.000 años
luz de nosotros (o un 1% del diámetro de la Vía Láctea). Así que a lo que
realmente estamos mirando es a esto:
Cuando
se enfrentan al tema de las estrellas y galaxias, una pregunta que atormenta a
la mayoría de los humanos es: “¿Hay más vida inteligente ahí fuera?”. Veamos
algunos números.
Hay
tantas estrellas en nuestra galaxia (100.000 - 400.000 millones) como galaxias
hay en el universo observable, aproximadamente, así que por cada estrella en la
colosal Vía Láctea hay toda una galaxia ahí fuera. Si las sumamos todas
llegamos al intervalo típicamente citado de entre 1022 y 1024 estrellas en
total, lo que significa que por cada grano de arena en cada playa de la Tierra hay
10.000 estrellas ahí fuera.
El
mundo científico no acaba de ponerse de acuerdo sobre qué porcentaje de esas
estrellas son de “tipo solar” (similares al Sol en tamaño, temperatura y
luminosidad): las opiniones suelen estar entre el 5% y el 20%. Quedándonos con
el cálculo más conservador (5%), y el extremo más bajo del número total de
estrellas (1022), nos da 500 trillones o 500 millones de billones de estrellas
de tipo solar.
También
hay un debate sobre qué porcentaje de esas estrellas de tipo solar podrían ser
orbitadas por un planeta similar a la Tierra (uno con temperatura y condiciones
similares que pudiese tener agua líquida y albergar potencialmente una vida
similar a la de la Tierra). Algunos dicen que serían hasta el 50% de ellas,
pero vamos a quedarnos con el más conservador 22% que se extrajo de un estudio
reciente de la PNAS. Esto sugiere que hay un planeta potencialmente habitable como
la Tierra orbitando alrededor de al menos un 1% del total de estrellas del
universo —un total de 100 millones de billones de planetas parecidos a la
Tierra.
Así
que hay 100 planetas análogos a la Tierra por cada grano de arena del mundo.
Piensa en ello la próxima vez que estés en la playa.
A
partir de aquí no tenemos más remedio que entrar completamente en el terreno de
la especulación. Imaginemos que después de millones y millones de años de
existencia, un 1% de esos planetas parecidos a la Tierra desarrollan vida (si
eso es verdad, cada grano de arena representaría un planeta con vida en él). E
imagina que, en el 1% de esos planetas, la vida avanza hasta un nivel
inteligente como lo hizo aquí en la Tierra. Esto significa que habría 10.000
billones de civilizaciones inteligentes en el universo observable.
Volviendo
a nuestra galaxia y haciendo el mismo cálculo con la estimación más baja de
estrellas en la Vía Láctea (100.000 millones), obtendríamos que hay mil
millones de planetas análogos a la Tierra y 100.000 civilizaciones inteligentes
en nuestra galaxia.
El
SETI (Search for Extraterrestial Intelligence, o Búsqueda de inteligencia
extraterrestre) es una organización dedicada a prestar atención a las señales
de vida inteligente. Si estamos en lo cierto y hay 100.000 civilizaciones
inteligentes o más en nuestra galaxia, e incluso si solo una fracción de ellas
está enviando ondas de radio o rayos láser u otros modos de intentar contactar
con otros, ¿no debería la colección de satélites del SETI estar captando todo
tipo de señales?
Pero
no lo ha hecho. Ni una. Nunca.
¿Dónde está todo el
mundo?
Y la
cosa se vuelve aún más extraña. Nuestro sol es bastante joven comparado con la
edad del universo. Hay estrellas mucho más viejas con planetas parecido a la
Tierra mucho más viejos, lo que en teoría debería haber dado civilizaciones
mucho más avanzadas que la nuestra. Por poner un ejemplo, vamos a comparar
nuestra Tierra de 4.540 millones de años con un hipotético Planeta X de 8.000
millones de años de edad.
Si
el Planeta X tiene una historia parecida a la de la Tierra, veamos en qué punto
estaría su civilización a día de hoy (usamos como referencia el periodo naranja
para mostrar lo enorme que es el periodo verde):
La
tecnología y el conocimiento de una civilización tan solo 1.000 años por
delante de nosotros nos resultarían tan chocantes como lo sería nuestro mundo
para una persona medieval. Una civilización con un millón de años de adelanto
con respecto a la nuestra sería tan incomprensible para nosotros como lo es
nuestra cultura humana para los chimpancés. Y el Planeta X nos lleva 3.400
millones de años de ventaja...
Hay
algo llamado Escala de Kardashov que nos ayuda a agrupar civilizaciones
inteligentes en tres amplias categorías según la cantidad de energía que usan:
Una
Civilización Tipo I tiene la habilidad de usar toda la energía de su planeta.
Nosotros no llegamos a ser un Tipo I del todo, pero nos quedamos cerca (Carl
Sagan creó una fórmula para esta escala que nos sitúa en una civilización Tipo
0,7).
Una
Civilización Tipo II puede aprovechar toda la energía de su estrella
anfitriona. Nuestros débiles cerebros apenas pueden imaginar cómo se podría
hacer esto, pero lo hemos intentado lo mejor que hemos podido, imaginando cosas
como la esfera de Dyson.
Una
Civilización Tipo III arrasa a las otras dos, accediendo a un poder comparable
al de toda la galaxia de la Vía Láctea.
Si
este nivel de avance parece difícil de creer, recuerda el Planeta X de antes y
sus 3.400 millones de años de desarrollo de ventaja. Si una civilización del
Planeta X fuera parecida a la nuestra y hubiera sido capaz de sobrevivir hasta
llegar al nivel del Tipo III, lo natural es que probablemente ya hubiera
dominado el viaje interestelar, incluso podría haber colonizado toda la galaxia.
Otra
hipótesis de cómo podría producirse la colonización galáctica sería creando
maquinaria que pueda viajar a otros planetas, pasarse unos 500 años
autorreplicándose usando las materias primas del nuevo planeta y después mandar
dos réplicas a hacer lo mismo. Incluso sin viajar a una velocidad que no se
acerque ni a la de la luz, este proceso colonizaría toda la galaxia en 3,75
millones de años, un relativo abrir y cerrar de ojos cuando hablamos de una
escala de miles de millones de años:
Fuente: Scientific American, “Where Are They”
Siguiendo
con la especulación, si un 1% de la vida inteligente sobrevive el tiempo
suficiente como para llegar a ser una civilización Tipo III colonizadora de
galaxias, nuestros cálculos de antes sugieren que debería haber al menos 1.000
civilizaciones Tipo III solo en nuestra galaxia —y teniendo en cuenta el poder
de tal civilización, lo más probable es que su presencia fuera bastante
notoria. Y, aun así, no vemos nada, no oímos nada y no nos visita nadie.
Ecuación de Drake