Gauss, de lo real a lo imaginario
Gauss: el príncipe de los matemáticos
Principios del siglo XIX. Un
joven matemático acaba de resolver un problema de más de 2.000 años de
antigüedad: la construcción con regla y compás del polígono regular de
17 lados.
Esta va a ser una de las primeras anotaciones que hará en una
vieja libreta de 19 páginas. Al final de su vida las anotaciones no
llegarán a 50, pero sin duda esta libreta será el sueño de cualquier
matemático del siglo XIX. Las aportaciones que en ella se reflejan
contienen el suficiente material para mantener ocupados a todos los
matemáticos del siglo. Sin embargo la fama de este joven, Gauss le va a
venir de los cielos. A finales de 1800 los astrónomos descubren un nuevo
objeto celeste. No se trata de un cometa, bien podía ser el planeta
buscado tantos años entre Marte y Júpiter. Por desgracia se le pierde la
pista. Pero con las pocas observaciones realizadas, Gauss se pone a la
tarea de deducir su órbita y señala el lugar del cielo hacia donde
apuntar los telescopios un año más tarde. Y en efecto allí aparece
Ceres.
Las increíbles aportaciones de Gauss no se limitan al mundo de
las Matemáticas y de la Astronomía. Junto a Weber va a poner en marcha
el primer telégrafo operativo unos años antes que el de Morse.
En
magnetismo también nos ha dejado su huella: el primer mapa magnético de
la Tierra es obra suya. No es inmerecido el título de Príncipe de los
Matemáticos, aunque reinó en casi todas las ciencias.
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